Las manos de Sabina bailan sobre la tetera. Hace un calor
amarillo y espeso. Abdoul dice: “¿Sabíais que Touré ha echado a su esposa de casa?” El té huele a menta y el perfume me sube a la cabeza. Me gusta estar aquí.
“¡He! ¡Algo hizo Touré!” Las risas suben como nubes ligeras y yo cierro los
ojos. Niños nos miran sentados sobre el suelo, apartados y fascinadas sus
miradas, oscuras lunas negras pienso dentro de mi cabeza alegre. “Se largó
con el jefe de la compañía de construcciones, un francés. ¡He! ¡He!” El té hierve en la tetera que es azul como el cielo afuera. “Mais! ¡Si se fue
será porque Touré no le hacia reír en la cama! ¡He!” Sabina me guiña un ojito
travieso mientras añade perlitas de azúcar en la tetera azul, azul como el
resplandor de la mirada de François que no esta, nunca más porque se fue, hace mucho. “¡Pues los Tourés del mundo entero que se
enteren!” exclama Fatou tapándose sus hermosos labios con su mano de color de
arena. Afuera el sol brilla, el cielo baila lentamente, y mi corazón late, feliz.
Pronto beberemos este té de oro en unos pequeñitos vasitos de espeso vidrio. La
vida, a veces, es así de magnifica.
sábado, 27 de octubre de 2012
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2 comentarios:
precioso
Gracias amiga! un dia iremos tú y yo a tomar té con ellos y ellas. No te apetecería ir al Senegal un día? Una bruja me dijo que volvería, una bruja senegalesa quiero decir. Miró unas conchas y me dijo: volverás.
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