viernes, 17 de abril de 2009

Tú nunca irás a Paris



Tú nunca irás a Paris.



Esto ha dicho mi hermana y yo he sentido como un latigazo en la cara.



Como es posible que la gente diga estas cosas, pienso. Que hablen sin pensar, que hablen sin pensar en lo que dicen. O que piensen estas cosas y que las digan.



Mi hermana me ofrece su perfil, casi perfecto, su nariz a la Sissy Spaceck, un perfil bien diferente al mío, hasta el punto que de repente me pregunto si realmente somos hermanas. Somos tan diferentes, físicamente y tenemos un carácter tan a lo opuesto. Ella, por ejemplo, es una mujer casi perfecta. Digo casi para no decir totalmente aunque muchas veces lo piense: gana mucho dinero, tiene como esposo un Mr. Right, y cuando se compra un coche lo compra cash. Por otra parte cada verano se va de vacaciones. El año pasado estuvo en Escandinavia, el año antes en la Patagonia y este verano piensan ir a Paris, en el piso de una doctora amiga de mi hermana. De ahí que yo dijese que cuando yo vaya a Paris podría también alquilar dicho piso. Entonces mi hermana ha certificado:



“Tú nunca irás a Paris”.



Me enciendo un cigarrillo mientras reflexiono sobre estas palabras, esta sentencia. Ya que se trata de esto: de una sentencia. Y de una anécdota que dentro de unos meses me hará reír, pero que por ahora casi me hace llorar, lo que no hago y me aguanto las lagrimas, como una gran mujercita, y le pregunto a mi hermana el por qué yo nunca iré a Paris.



“¿Pero que no ves que no puedes? NO tienes dinero y además con todos tus animales y tu marido…”



Y ya estamos en las divisiones y clasificaciones. ¿Cuándo habremos aprendido a dividir y a separar? ¿En la escuela? ¿Mirando la tele, cuando apenas sabíamos leer? ¿En la cuna? Dividir es sentenciar, me dijo un día mi profesor de literatura medieval. Creo que estábamos estudiando a Montaigne. El recuerdo del señor Parc me hace sonreír, cuanta razón tenia el viejo francés. Los racistas también dividen: aquí estoy yo, raza superior, y aquí estás tú, larva. Y los padres también dividen, sin darse cuenta: esta niña es más inteligente que su hermana, y todas las tonterías que los padres hacen sin darse cuenta de las prisiones que están construyendo.



Mi hermana, seria, sigue mirando por la ventana. Se oyen las voces de nuestros maridos que están montando una mesa para la comida ya que el sol está muy fuerte, como un manto amoroso. El perfil de mi hermana me inquieta, me recuerda lo diferente que somos y la incapacidad que siempre he tenido de decirle lo que pensaba de ella, vanidosa y soberbia. Miedos que siempre he sentido porque detrás de ellos siento mi rabia y cuando la rabia aparece también viene acompañada de violencia. Y me da miedo mi propia violencia.



“Sabes, te pediría una cosa: que dejes en paz a mis sueños y que sí, algún día iré a Paris, te lo puedo asegurar.”


No me gustan las sentencias, los estereotipos, y a la vez sé que es inútil cambiar la visión de los otros, solo podemos cambiar nosotros mismos. Y que es importante soñar, este verme en Paris rodeada de inmigrantes de todas partes del mundo, de verme andando bordeando La Seine, o ratón que soy, en alguna librería de segunda mano, y en algún museo y también buscando dónde vivió Colette y sola, sin marido, sin perros ni gatos, sola y libre en París.

11 comentarios:

Chapellina dijo...

Ojalá sea un cuento, de lo contrario, grítale -pero bien fuerte- "QUE TE DEJE EN PAZ".

Lydia dijo...

Ja ja ja, Chapellina cariño. Estamos en el blog de los Cuentos, cierto. Y no sabias tú que la realidad va más lejos que la ficción? Esto es un hecho. Todos los cuentos que leemos o escribimos, todo el mundo imaginario que inventamos: la realidad siempre es peor o mejor.

Un besito y gracias por tu visita...

Chapellina dijo...

A veces, prefiero hacerme la tonta. T.Q.M

Chapellina dijo...

Hola Lydia, no sé que tipo de letra has utilizado para esta entrada; pero sí puedes cambiala porque sólo se puede leer si estás usando el navegador "mozilla". Con el navegador tradicional sólo se ven como especies de símbolos. Saludos.

la granota dijo...

Yo te cuido los perros ;)

Lydia dijo...

Chapellina, gracias por decirme esto de la fuente, la he cambiado, ya me dirás si sigue el problema. Que extraño!

Como estás guapetona?

Un besito,

Lydia dijo...

La granota, gracias por tu visita. Y gracias por tu propuesta. Te advierto: tengo dos perros, dos gatos y dos perritos de la pradera. Son 6. Ah, un canario, y una tortuga. Ya van 8, no se pueden separar. Uff, y quien me va a cuidar a mi marido, el chimpacé mas terrible de la historia de la humanidad???

Un besito,

Chapellina dijo...

Hola Lydia, estoy muy bien. Y tú?
Es súper rarísimo; pero el problemita sigue. Y es con esa entrada nada más; pero bue...ni hablar. Saludos y pásala chévere.

Chapellina dijo...

Puede que mi pc tenga un duendecillo juguetón jajaaaaa

francesc dijo...

si, Lydia, los humanos inventaron las clasificaciones y una vez te encasillan, no te consienten ni soñar, pero no les hagas caso, la meta es un sueño, pero el camino una ilusión y eso no nos lo quita nadie...hace años que me muero por visitar Niger y al pasar el tiempo lo veo mas difícil, pero la ilusión no me la quita nadie.
Un abrazo, francesc

RosaMaría dijo...

Estoy segura que irás, los mandatos de los demás se pueden vencer. No hace falta tener mucho dinero, tal vez decisión, además no importa estar 5 o 15días. Te comprendo. Se lo que son esas diferenciaciones, todo se suple con el amor, pero queda un dolorcillo que raspa en el corazón. Siempre me pregunto: ¿Porqué ella no? A veces me digo: es que por alguna causa también tiene una carencia y quisiera ser como yo. Quién sabe! La vida tiene esas cosas raras y los humanos traemos tantas vidas vividas que a veces hacemos cosas inexplicables para los seres queridos.
Irás a París... Sííííí!
Beso solidario y cariñoso.