sábado, 1 de marzo de 2008

Crónica de la Primera Brisa






Primero hubo la brisa y una nube que cubrió el sol durante mucho tiempo.


Yo la sentí, esta brisa, ligera capa en el aire, un poco pegajosa, viva, espacial. La sentí sobre mis mejillas, mi frente, mi pelo. Ligera, suave, transparente y pegajosa como la miel, si es que una brisa puede tener esta cualidad. Invisible al ojo durante el día y sin embargo por la noche la brisa tomaba un color metálico, se la veía como una suave niebla de pepinitos de oro flotando en el aire, danzante y liviana niebla dorada que lo iluminaba todo de ocre, las casas, las ventanas, los árboles, el suelo.

A poco tiempo desaparecieron los pájaros, los perros, los gatos, los caballos... ¿Dónde fueron? ¿Murieron o simplemente se desplazaron hacia otra parte del mundo?

Esta brisa duró muchos días pero era difícil contabilizar: no teníamos acceso a los medios de comunicación como la televisión, la radio, Internet. Los móbiles pararon de funcionar. Durante este tiempo no pudimos salir de casa, por obligación de la Ley ca34•d567. Solo los militares con sus grandes camiones tenían el derecho de circulación. Iban y venian por las calles vacías de la ciudad cual mastadontes y a paso de tortuga gigante distribuían a cada ciudadano grandes cajas con comida en lata, velas y botellas de agua.

Un día la electricidad se cortó por completo y se proclamó una ley de consumo, la Ley Elect.56mn!d68. La única información que nos llegaba venía en una hoja redactada por el Gobierno del Estado de Alerta, que los militares nos daban junto con la caja hebdomadaria. En ella se nos decía, por ejemplo que "las fronteras siguen cerradas bajo la Ley Front.23%%67nbg.” O: “Se ha aumentado el numero de velas de 10 a 13 por habitante”. O: “El sol va creciendo a una velocidad de 10ª por semana.” También nos informaban sobre los muertos que ya se iban contando por centenares. Pero nadie decía de qué y como. Ni tampoco que es lo que hacia el Gobierno del Estado de Alerta con los cuerpos de los fallecidos.

Fueron días de gran vacío, extraños y solitarios. Días largos, como interminables y sobre todo de noches misteriosas, un poco mágicas. ¿Qué es lo que estaba pasando? El silencio era lo más sorprendente, un silencio profundo como el de una cueva, o como si el Universo, de repente, se hubiese callado. Quizás, sí, la voz del Universo también fuese este silencio plano, llano, vacío, sin eco. Me gustaba escucharlo, apoyada mi frente sobre la ventana, contemplando fascinada la noche ocre, de oro.

¿Qué nos estaba murmurando el Universo? ¿Qué nos estaba diciendo este espacio de repente tan presente?


Y luego llegó el día en que los árboles empezaron a desplomarse, uno por uno iban cayendo sobre el suelo como viejos sabios muertos y al verlos tenía la impresión que algo definitivo estaba ocurriendo, algo irreconciliable. Tambien esta voz de árbol caído y postrado era, para mí, la voz del Universo que nos estaba hablando a su manera.

Sin embargo todo esto, poco a poco, que lo quisiésemos o no, se transformó en cotidianidad. Un día, no sé cual ya que el tiempo no contaba, como sonámbulos salimos en las calles de la ciudad. Lo primero que hicimos fué mirar el cielo nublado, exausto, de un gris apagado y triste. Ya casi me había olvidado de mis vecinos, de mi barrio. Y yo, ¿quien era? Tenía la impresión que en mí tambien algo se había transformado. Y abrazada a un desconocido que pasaba por mi lado (pero quizás era John o Matilde o Philippe) me puse a llorar.

El sol apareció varios meses después y fue durante la Segunda Brisa. Y cuando emergió lo hizo con furia, con fuego, en torrente rojo, voraz y devastador.


Pero esto, esto es otra historia

12 comentarios:

Chapellina dijo...

Me encantan tus historias porque por momentos me siento dentro de ellas.

"Es como si el universo se hubiese callado"

:-)

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Terrible el relato y desgarrador ese tono en primera persona que incluso se habitúa a la desaparición de los animales y de los árboles.

Esa crónica de la segunda brisa que aparece esbozada merece su texto.

Me gustaría decir que futurista de no ser porque casi está pasando en nuestros días.

Excelente, Lydia. Gracias por el relato.

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Saludos.
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Lydia dijo...

Chape, muchas gracias. Si he logrado que escuches el silencio del Universo ... pues ya estoy satisfecha!!!

Goathemala, perdona, hace varios días que no te visito, con tantas cosas y toros y amigos y tam tames. Gracias por tu aportación. Sobre la Segunda Brisa... te advierto, será terrible. ;)

Un beso,

Lydia dijo...

Una cosa, goathemala, a tí que te gustan tanto, tanto los arboles: esto que puse en el relato, sobre ellos, es una experiencia personal que viví en Quebec en 1998, cuando hubo la Tempestad de Hielo. No te puedes imaginar la impresión desolada en la que quedó el pais, sin electricidad ni calefacción y todo, todo bajo una capa de hielo. Temperaturas de menos 45 grados bajo zero. Los arboles, nuestros amigos, quedaron todos cubiertos de hielo. Eran magníficos, hubieses disfrutado fotografiandolos (yo tube un sueño premonitorio sobre esta tempestad). El caso es que despues de un dia o dos, el hielo sobre los arboles hizo que se iban rompiendo uno a uno y las ramas iban cayendo al suelo y en los bosques miles y miles, para no decirte el número exacto, se murieron. Fué una gran catastrofe ecologica. Yo recuerdo pasearme con mi perro por las calles vacías de mi barrio, que parecia una ciudad fantasma ya que muy pocos se habian quedado en sus casas, y oir con estremecimiento el clac clac de las ramas separandose del tronco. Y mirar con asombro en el cielo una tempestad electrica. Magnífico y horrible a la vez. Fué una experiencia mistica para mí, hubo un antes y un despues de la Tempestad de Hielo.

Un beso,

José Cemec dijo...

No creo que estemos muy lejos de lo que tan bien describes en tu relato, Lydia.

En esta ocasión, la semilla cayó en suelo improductivo y se marchitó. Los seres humanos siguieron en su ceguera destruyendo y destruyendose, hasta que no quedó nada vivo.

Es terrible que sigamos con esa espada de Damocles sobre nuestras cabezas. Después de tantos miles de años no hemos aprendido nada, no hemos aprendido que el bálsamo para curar la ceguera del ser humano es el amor.

¿Y que existan personas que no quieran curarse? Es incomprensible hasta qué extremos puede llegar la avaricia y la ceguera.

Oremos para que este holocausto no se produzca y podamos algún día empaparnos todos del bálsamo del amor. Ese día sonarán todas las campanas en el cielo y la gente recuperará la visión celestial que le fue arrebatada cuando eligió el camino equivocado.

Un fuerte abrazo, de iluminado a iluminada.

Lydia dijo...

Gracias por tu comentario, Black. La mayoría de la gente no está conciente que esto esta a su fin. Como es posible? Sabes? Un escritor francés, hacia los años 70 escribió un libro que tenía por titulo: "Cuando los chinos se despierten, la tierra temblará."

La Primera Brisa la estamos viviendo ahora, pero no nos damos cuenta. No es que yo sea más inteligente que otros, ni mucho menos. Pero míro lo que pasa, con estupefacción y desolación. En el pueblo dónde estoy viviendo (que pronto voy a dejar, por cierto), somos unos 13 mil habitantes, pero dentro de unos 3 años serán unos 25 mil. Por ahora, con unos 12 mil habitantes hay, en este pueblecito, unos 9 mil coches. Lo bonito de este pueblo es cuando sales por la calle y hueles el magnifico olor a escape de coche. Pero hablas con la gente y no huele nada. Las calles de este pueblo son como todas las calles de pueblo, bonitas y simpaticas. Pero lo más precioso es tener que atravesar una de estas calles. Y corriendo, antes de que un conductor no te confunda con un lagarto, y te atropelle.

Viviremos la Segunda Brisa? A veces me gustaría vivirla. Tú que eres psicologo, encuentras normal que una persona sana desée el final ya de una vez? El final de todo, la paz, el final de tanto odio, rabia, guerras, hambruna, accidentes de coche, el final. Es normal tener estas visiones apocalipticas? De dónde vienen? Del inconciente collectivo?

Un abrazo,

José Cemec dijo...

Bueno, según Jung, el inconsciente colectivo lo llevamos genéticamente implantados todos y sale a relucir en momentos determinados, pero yo pienso que este catastrofismo al que te refieres es debido más bien a la impotencia que supone el ver cómo estamos destruyendo nuestra propia casa, cómo a pesar de que miramos los efectos de esa insensatez, no vemos las consecuencias, ¿habrá más ciego que el que no quiere ver?

Pero como guerreros tenemos que luchar hasta el final, hasta que no nos quede ni un hálito de fuerza, porque aunque sepamos que no depende de nosotros la solución total, podemos aportar nuestro granito de arena y esperar que otros muchos vayan recuperando la vista y se vayan sumando a la lucha para hacer recuperar la cordura a todos los demás.

Que puede ser tarde cuando se consiga esto, puede ser, pero no por eso vamos a dejar de luchar por lo que queremos.

La palabra rendición no debe entrar en nuestro vocabulario de guerreros, así que nada de quitarse de enmedio, sino al contrario, ponerse en medio a repartir amor a todo el mundo, que a algunos le llegará el mensaje y como en internet, eso se convierta en una progresión geométrica que algún día dé sus frutos, aunque los que vean el resultado sean nuestros descendientes, como en el cuento.

Un abrazo y a la lucha por el amor, la libertad y la tolerancia.

Lydia dijo...

Gracias por tu comentario, Black. No hay que bajar la guardia. Hay que luchar, cada uno a su manera, la mejor manera de luchar es viviendo lo que sentimos como lo más justo, que nuestra actitud sea una lucha. Yo, trabajaré la tolerancia con los "ciegos", este es mi reto. A ver si lo logro!

Un abrazo,

Raquel Graciela Fernández dijo...

Excelente relato. Cuánto para reflexionar. Te felicito, Lydia. Tus blogs son maravillosos.

http://raquelgfernandez.blogspot.com/

Lydia dijo...

Raquel, bienvenida a mi blog. Gracias!

Imagine Photographers dijo...

Excelente relato...contado cuado mi padre era pequeñito se consideraría "ficción" pero ahora no lo veo tan lejano. Cuando comparo el mundo actual que me rodea, con el que había en mi infancia, es cuando me doy cuenta de la degradación de nuestro planeta y el futuro que nos espera...

Muchas gracias por el premio, estamos un poquito parados a causa de unas obras inesperadas que nos han obligado a desmontar el ordenador pero ya falta poco para terminar

Un beso y un fuerte abrazo, franki

Lydia dijo...

Imagine, al fin habeis dado signo de vida, pensaba que pasaba algo.

Me gusta mucho leer ciencia ficción. Hace 10 años los libros de este genero eran de ciencia ficción, mundo imposibles, imaginarios... hasta que un día, leyendo un libro de final de mundo y de una mujer que quería proteger los libros,(no recuerdo el titulo, que pena) me dí cuenta que ya no estaba leyendo algo de ciencia ficción pero algo del presente futuro. Este libro me impactó mucho por esta razón, me abrió los ojos. Uno de los personajes mira las noticias, y eran las noticias que ahora estamos viviendo: inundaciones, guerras, huracanes insostenibles, terremotos imprevistos, desplazamientos de populación, cambio climatico. En aquellos días no se hablaba de cambio climatico. Miré alrededor mío y me dije: Mecachis! si esta escritora está describiendo algo que se siente pero que no se dice. O que solamente dicen los cientificos y que nadie escucha, como si los cientificos fuesen viejos abuelos séniles. Y que pena que no hayamos escuchado con más atención a los cientificos que nos estaban diciendo cosas muy, muy importantes sobre nuestro futuro.

Y es así.

Gracias por la visita. Un beso,