Hoy es mi cumpleaños y he pensado mucho en mi madre. Ella, quien me dio la vida. Quien me dio la posibilidad de vivir, de crecer, de participar en este magnifico camino.
¿Tantos años ya? Pues si… y tan pocos. El tiempo pasa, corre, vuela.
Me hubiese gustado ir en algún museo en la capital pero no hay suficiente dinero. Tengo lo justo para la gasolina, los tiempos son duros, la crisis es dura. Sin embargo acepto las limitaciones de esta crisis, esto estoy aprendiendo con los años, acepto de vivir con simplicidad. No es fácil, ha habido tiempos mejores y habrán tiempos mejores y peores. Hay que aceptar lo que hay, este instante y solo él.
Este paseo con Laika, en el campo, es un buen regalo que me hago todos los días, y hoy es más precioso. Mirar a Laika correr y bailar sobre la hierva, sobre la piel peluda de este trozo de tierra; los pájaros, pocos, vuelan alrededor espantados por esta perra negra tan energética, este rayo negro que va y viene, este animal tan feliz y tan presente. Si alguien me preguntase quienes son mis Maestros diría sin pensarlo: los perros, mis perros. Ellos me enseñan la naturalidad, la paz, la aceptación del momento presente. Ellos, mis perros, son mis Maestros. Y Montaigne, claro.
Mi madre ya no está, se fue hace 5 años y me dejó sola, sola en este camino que es la vida. Dicen que el amor de los padres por sus hijos es el amor más grande que hay sobre la tierra. El Dalai Lama lo dice. Dice que hay que amar como aman los padres a sus hijos. Con compasión y paciencia, con sabiduría. Y sí, mi madre me amó mucho, mucho. Y yo sigo amando, mucho.
Hay una escena magnifica en la película del gran director de cine Andrei Tarkovski, Solaris, dónde un hijo se arrodilla y abraza, finalmente, a su padre. Pienso en esta película porque hace poco la volví a ver, una gran obra sobre la conciencia humana. Y arrodillarse y abrazar a tus padres es finalmente agradecer esta vida que tienes entre los brazos, este pedazo de tierra bajo tus pies, este sol, este cielo, y todo esto te es ofrecido gracias a tus padres. Y tus padres también son este pedacito de tierra que tus pies rozan, estas piedras más viejas que tus años de vida, estos insectos, este viento, este sol milenario, este cielo cósmico.
Laika salta como una gacela en este día de mi cumpleaños. Vamos andando hacia el pantano, descansaremos un ratito contemplando la vida palpitar bajo el agua verde y viscosa, miraremos con atención el palpitar de la vida de los insectos, de la hierva, del agua misma y luego volveremos tranquilamente a casa, haré un buen fuego en la chimenea, jugaré con Shiva y Zen, mis dos perritos de la pradera, escucharé música, leeré un poquito. Un día simple en un día de mi cumpleaños que acepto lo más simplemente posible.